El Sr. Corelli, en su excelente artículo del día jueves santo – lapatilla.com: “La traición tiene cara de mujer”- sugiere que el, o mejor dicho “la” Judas de este año, es una mujer. Propone, muy bien justificadamente, cuatro nombres: Luisa Estela Morales, Luisa Ortega, Eugenia Sader y Gabriela Ramirez. Yo le hubiera agregado al menos cuatro más: Tibisay Lucena, Yadira Córdova, Blanca Eckhout y María Cristina Iglesias.
Ahora bien, yo no las “elevaría” a la categoría de “Judas”, sino que las promocionaría para las “Colaboradoras del Judas”. Y en este caso, creo que las que, indiscutiblemente, han cumplido roles más importantes para el “Judas”son: las luisas, Tibisay y María Cristina. Ellas son para mi las “Colaboradoras del Judas” de los últimos años.
Los “Judas” de nuestra nación fundamentalmente son “verde oliva”, a excepción de los dos civiles que a mi juicio reunieron suficientes méritos como para declararlos los grandes “Judas del Pacto de Punto Fijo”. Me refiero a dos hombres que buscaron, por todos los medios, el rango de “caudillo civil”. A estos señores, no les importó sacrificar a sus partidos, sacar del juego a las nuevas generaciones, desarrollar el populismo, el “chiripero”, y participar en la destrucción del único acuerdo político civil importante, aunque de corta duración, de nuestra historia. A Carlos Andrés, lo considero el “padre de la gran corrupción” del período democrático civil, mientras que a Caldera, lo considero “responsable del pacto tras bastidores con los militares” que hoy desgracian la vida de los venezolanos, y que están “hipotecando el futuro” de hijos y nietos.
Por supuesto, estos Judas civiles “palidecen” ante los méritos históricos de los “Judas verde oliva”, y en particular, se ven “enanos” al lado del principal de ellos, el “Judas en jefe” de los últimos 100 años.
Los historiadores tienen la tarea de “novelar” este tema tan importante para la educación de las futuras generaciones. Niños y jóvenes deben aprender que las sociedades que necesitan “caudillos” no prosperan, sino por lo contrario, se “encadenan en el pasado y la probreza”. Deben aprender que una sociedad con futuro, exige entre otras cosas, honestidad, cumplimiento de las promesas, transparencia, trabajo en equipo,y muy importante, relevos rápidos en el tiempo. Una Educación de Primera permitiría a los niños convertirse en jóvenes “independientes”, con capacidad de practicar una solidaridad inteligente, y trabajar con competencias que permitan llevar, en el término de una generación, a nuestra querida Venezuela a la senda de prosperidad y justicia social. Y claro, esa “educación” ayudaría a acabar con los Judas más peligrosos de la historia humana: “los Judas protectores y repartidores de esperanza”.
Para terminar, replantearía el título del artículo del Sr. Corelli así: “En Venezuela, la alta traición tiene rostro de gorila con uniforme verde oliva. Y sus principales cómplices, tienen cara de mujer”.
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