Le traería beneficios para su salud mental, física y emocional. También sería muy bueno para la gente que tiene que verlo con frecuencia.
Para empezar, adelgazaría rápidamente, lo cual por su edad, sería muy bueno para su corazón.
Segundo, no caería en la tentación de escupir tantas “sandeces”. Se ve que usted es como los chamitos que entran a una tienda de golosinas. Ellos son “comedores compulsivos”. No pueden contenerse, a medida que van caminando por la tienda se van comiendo los chocolates, caramelos, galletas, y antes de salir se “meten media tienda” en los bolsillos. En su caso, se ve que usted con facilidad pasa a modo “mentiras y ofensas compulsivas”. Y al hacerlo con tanta frecuencia, se observa que está al borde de tener una enfermedad “crónica”, con el agravante, de que pudiera requerir de asistencia “siquiátrica”. Y eso sería muy triste para un profesor con 30 años de antiguedad en el ámbito académico.