Por Eduardo Matute
El maestro Abreu no es un artista solitario, tiene tras de sí, una organización que afilia a 350.000 personas y que su casi exclusiva fuente de ingresos proviene de los aportes que el Estado venezolano le entrega anualmente.
El Sistema Nacional de Orquestas Infantiles y Juveniles fundado en 1975, hoy cuenta con una red de 120 orquestas juveniles y 60 orquestas infantiles, cuya figura internacional es la Orquesta Sinfónica Simón Bolívar, que hizo su debut en el Carnegie Hall en 2007, bajo la batuta de Gustavo Dudamel, quien a su vez se formó en este sistema.
Construir esta formidable organización ha significado para el Maestro Abreu, tener que “bailar pegado” al Poder en Venezuela durante 40 años. Es el mejor ejemplo de continuidad administrativa que hemos tenido en el país.
Muchos venezolanos, incluidos amigos cercanos a este columnista, critican la relación de Abreu y de Dudamel con el régimen de Chávez. Permítanme disentir. La justifico plenamente. Sin esa relación, esta organización hubiese sido penetrada por el bandolerismo que gobierna, o peor aún, destruída.
Durante 9 años sobrevivió Coopercentro en Catia, gracias a que sus directivos estuvieron administrando la relación con el poder, cediendo espacios cuando se debía, esperando tiempos mejores. Esos tiempos no llegaron y cuando el militarismo decidió, acabó con la organización.
Ese era el futuro del Sistema Nacional de Orquestas Infantiles y Juveniles de no mediar la actitud de Abreu. La misma que nos va a permitir seguir contando con esa maravilla de organización cuando pase la pesadiila que vivimos.
“Dedico este premio como generoso reconocimiento a nuestra actividad y compromiso social a través de la Música Clásica (…) Interpreto este eximio honor como un noble galardón a todos los abnegados maestros profesores y directores venezolanos que, durante 40 años, me han acompañado, con ejemplar vocación de servicio, en la fundación, construcción y desarrollo del Sistema Nacional de Orquestas y Coros Juveniles e Infantiles de Venezuela” (José Antonio Abreu, en la entrega del Premio Espacial Echo Klassik al Compromiso Social, el pasado 2 de octubre de 2011).
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