martes, 21 de febrero de 2012

Entre Sobresaltos y Taquicardias, se colará una sorpresa electoral.

Ignacio Gainzarain     @igaztelu
En medio del bonche del carnaval surgió un “tuiter duelo” entre Bocaranda y Cabello. Mientras la mayoría estaba en su nota particular, una noticia corrió como la pólvora. Un mensaje, que en un país normal no pasaría de un simple titular de periódico de ayer, se convirtió en una bola de nieve.  Así, dos grupos de nuestra sociedad se activaron a más no poder.
Bocaranda, periodista serio, que ha transmitido cuidadosamente la evolución de las noticias sobre la salud del Sr. Presidente, se ha convertido en el punto central de la referencia en el mundo opositor, y en buena parte de los medios internacionales.  Ha sido una especie de “vacuna anti sobresaltos” innecesarios. Ha tenido eco entre diversos generadores de opinión, que han contribuido a su vez, a sosegar el ambiente, y a multiplicar el llamado a adecentar los mensajes en el oposit-mundo virtual.  En otras palabras, se ha convertido en una marca creíble en el plano de una comunicación adecuada, oportuna y veraz. Tan es así, que en sus últimos tuits dejó ver que la decisión de la operación estaba en marcha, y que había sido convocada la “familia” para discernir sobre la materia.


Cabello, por su lado, marcado por una mezcla paradójica, la del cinismo propio de los resentidos que se sienten sobraos y  la desgraciada sensación de tener el sol en la espalda, ha tratado de inyectar optimismo al mundo del oficialismo, hoy rodeado de crisis, y atiborrado de sombras borrascosas. La inteligencia de este militar ha cedido el terreno a la deshonestidad comunicacional. El peso de la espada de Damocles que representa una enfermedad que no tiene piedad, no parece invocar la suficiente precaución en su mensaje. Su pecado principal ha sido el de transmitir tuits que sugieren que tenemos a un Presidente básicamente sano, pero con  algunos achaques. Y bastó que el Presidente desmintiera a Diosdado el mismo martes de carnaval, al anunciar que volverá a ser operado. Cabello ha quedado, simple y llanamente, como una marca comunicacional embaucadora, insensata, y prestada a un juego perverso.
Podemos decir entonces, que este carnaval tuvo a un grupo dando sobresaltos, y al otro con severos problemas de taquicardia. Recordemos que este ir y venir de “sobresaltos y taquicardias”, que arrancó en junio pasado, quedó plasmado a la perfección en aquella célebre foto de la tribu caras largas al momento de opinar sobre el "cáncer".  Y no es para menos.

Del lado opositor, se está dando un proceso que está llevando a partidos y sociedad civil, a superar años de errores políticos, años de oscuridad en el túnel. Se ha llegado a un punto de quiebre con las Primarias. El oficialismo intentó amagar con una jugada de anulación de las Primarias, y se encontró, con una frase que los cortó en seco: anulen o no anulen las primarias, la Unidad ya tiene sus candidatos para las elecciones presidenciales, de gobernadores y de alcaldes. Y esto sí que marca un antes y después.
En cambio, del lado del gobierno central, la cosa no está nada fácil. En esta acera acechan los fantasmas de la traición, el golpe seco, y el salto de talanquera.
No sería descabellado suponer que actores militares exijan al Presidente abandonar en breve la contienda y levantarle la mano a un “ungido” verde oliva. Este escenario, por aquello de que en ausencia definitiva del presidente se deben convocar elecciones en los siguientes 120 días, colocaría las elecciones antes de octubre, por ejemplo en junio o julio. Estarían suponiendo que el Presidente sigue siendo el “portaviones” de antaño. Supondría que los opositores no tendrían tiempo suficiente para dar a conocer su mensaje y programas. Y este escenario no es jalado de los cabellos, porque hay una pregunta que debemos hacernos: ¿Acaso no coincidirían, los nuevos multimillonarios, la burocracia hiperpoderosa, y los narcogenerales, en una jugada que les garantice mantenerse en el poder? O dicho de otra manera, ¿Será que estos jugadores rudos van a dejar su futuro a la suerte de un cáncer que puede echarles una vaina a un mes de las elecciones?
Algo parece estar claro: Los actuales factores del poder, no van a arriesgarse a verse en el espejo de la familia y amigos del dictador Juan Vicente Gómez, una vez que éste partió al infinito cielo. No tienen en su plan de vuelo ser víctimas de un linchamiento político.
Los factores del poder, entre sobresaltos y taquicardias, intentarán colear una jugada maestra.

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