¿A qué se deberá el silencio de Pablo Pérez?
¿Será que Pablo Pérez “sabe algo” que el país desconoce,
 y que a su juicio lo pone a dudar entre la posibilidad de participar en
 las Primarias de la MUD, o quedarse en la lógica regional mientras se 
resuelve la tormenta del partido, mientras logran evitar que la crisis 
de su familia fundadora termine inmovilizando al partido?
UNT debe aclarar, con la urgencia del caso, cual es 
su vocación real: partido nacional o franquicia familiar. Debe manejar 
su “procesión” lo más transparentemente posible, pensando en el grave 
momento nacional, y por supuesto, manejándola desde el marco de sus 
principios y valores.
Pablo Pérez debe fijar su posición personal con claridad. Una “crisis
 prolongada” que inmovilice a UNT sería muy “sabrosa” para la estrategia
 y la táctica del Gobierno de los “Militares Buenos”, tanto en el Estado
 Zulia, como en el país.
De ser cierto que hay una delicada crisis en UNT, estamos ante una 
situación que complica el proceso de lucha de los demócratas venezolanos
 y el proceso de las Primarias, que para empezar podría tener dos 
aspirantes menos: Rosales y Pérez. La ausencia del primero no importaría
 mucho, por su precaria situación de liderazgo personal, toda vez que 
cuando el Militar Presidente recogió su desafío (“Chávez mirame bien, 
aquí estoy”), y lo mandó a buscar, éste ya estaba montado en un avión 
rumbo a su desgracia política, rumbo a su tormento familiar.
En cambio, Pablo Pérez, sí representa un valor agregado al proceso de las Primarias.Su
 ausencia opacaría el debate que requiere la sociedad democrática. 
Porque unas Primarias entre Capriles, Ledezma y Alvarez Paz es una cosa,
 y otra muy distinta es, unas Primarias entre Capriles, Leopoldo López, 
Pablo Pérez, Antonio Ledezma, Andrés Velázquez, Oswaldo Alvarez Paz, y 
Eduardo Fernandez. En este último caso, el país democrático tendría la 
oportunidad escuchar cosas fundamentales en torno a la Visión de Futuro,
 el cómo quedaría la gente en el proceso de reconstrucción, cómo sería 
el “orden” a implementar para salir de la anarquía y la delincuencia 
organizada, cómo sería un Acuerdo de Largo Plazo, y cuánto tiempo creen 
que se llevaría el país para salir de la crisis profunda en que la 
sumergió la “Revolución de los Cangrejos”.
Pablo Pérez debe salir de “falsos dilemas” como: ¿si cae un líder 
debemos abstenernos de salir al ruedo por solidaridad automática? ¿si 
voy a las Primarias perderemos la Gobernación o la Alcaldía marabina? En
 otras palabras, debe asumir que nadie es “indispensable”. Si UNT, por 
el efecto de la “crisis interna”, no logra encontrar sustitutos para la 
Gobernación y la Alcaldía de Maracaibo, entonces debe asumir que ni 
siquiera es un partido regional, y que ni siquiera tiene capacidad para 
desenvolverse sin “un jefe”.
Pero para que un Pablo Pérez se sienta seguro de ir a las Primarias, 
pareciera que deberían pasar varias cosas. La primera, que él mismo 
ponga en su lugar, en el justo centro, la discusión de la “crisis” del 
partido. La segunda, que el partido no caiga en “solidaridades 
automáticas” con líderes venidos a menos por “errores imperdonables”. La
 tercera, que el partido genere las acciones que faciliten la aparición 
de nuevas caras en “el liderazgo”. La cuarta, que esta situación sirva 
para dejar claro a los partidos, que con el siglo 20 se acabó la época 
de los caudillos, que el liderazgo moderno no es “eterno”, que tiene su 
momento estelar, su momento de relevos y su momento de descanso, que no 
hay liderazgo eficiente sin un equipo de altura, sin principios ni 
valores, sin reglas de juego, sin algo trascendente que aportar a las 
exigencias políticas del cambio……
Si Pablo Pérez saca al partido de los falsos dilemas, del “hueco 
negro” que representan los líderes venidos a menos, estarían dejando 
claro que los vicios del Pacto de Punto Fijo fueron superados, que el 
“pútrido Pacto de los Militares en el Samán de G?ere” tiene sus días 
contados, y que UNT si tiene que aportar al país, y a su estado natal.
Gobernador, usted está en la mira del país democrático. No se dé el lujo de fallar.
 
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