domingo, 24 de junio de 2012

Tras la huella de Pávlov...

Tras la huella de Pávlov...Ludwig Moreno
Las llamadas telefónicas de algunos amigos, desde diferentes estados del país, coinciden en sus observaciones sobre el operativo de actualización de huellas: Según me indican, han visto autobuses y camionetas que desplazan a grupos de electores (vestidos de forma muy humilde y campesinos en su mayor parte) desde sus zonas de residencia hasta los centros de actualización.

Muchos de ellos llevan franelas rojas –nuevas- que contrastan con el resto de sus ropas gastadas, y en ellas se aprecia un logo: el de la Misión Vivienda.

El procedimiento es simple: Muestran su cédula, colocan su dedo en la captahuella, intercambian algunas palabras con el operador de la máquina, y de la misma forma que llegaron, se van. Listo. Misión cumplida!


Ahora veamos en detalle: un venezolano ilusionado, que está sometido a una enorme dependencia del Estado, derivada de una administración mezquina que limita sus recursos -y hasta su supervivencia- acaba de reforzar su condicionamiento. Regresa hasta su rural vivienda esperanzado (y temeroso a la vez), pues hace algunos meses se había inscrito, siguiendo exactamente el mismo procedimiento y utilizando exactamente los mismos equipos, en alguna de las tantas misiones, proyectos o propuestas, que organizados desde el gobierno, le ofrecen la oportunidad de seguir trabajando, o quizás hasta algún tipo de mejora existencial. Casi alcanzo a escuchar la música de fondo que escuchan durante su paseo.
Luego de actualizar su huella, nuestro compatriota se regresa pensando en lo necesitado que está, en lo difícil que le resulta a su familia comer, o a sus hijos estudiar. Mientras lo hace, recuerda la sensación del cristal en su pulgar, y la curiosa luz roja, que como una sagrada aura, de él emana.

Entonces, asocia -de inmediato- la gran organización y el enorme poder que se le muestra en todo
este proceso: le llaman por su nombre, conocen su dirección, le buscan en su casa, lo visten, lo trasladan y –dependiendo de la distancia y el tiempo- finalmente lo alimentan.

Varios días recordará el breve pero contundente paseo. Y justo cuando se le estén borrando los recuerdos, y alguna duda sobre otro posible camino pueda comenzar a aparecer en su fatigada mente, verá ante sí un volante, una cadena, o una enorme valla: “Gracias Comandante!”. Allí estará una letra “V” de color rojo, con una rama más alta que la otra, para recordarle la casa que no tiene y la luz mística que emanaba de la caja sobre la cual posó su dedo. Además, le dejará bien claro que el partido de gobierno, cuyo logo tiene una “V” de color rojo, con una rama más alta que la otra, fue -precisamente- quien le que organizó el paseo.

Pregunto: ¿Y cuándo cree usted que volverá nuestro compatriota a pensar -irremediablemente- en letras, casas, trabajos, franelas y huellas dactilares?

En realidad puedo aceptar esta situación no sea tomada en cuenta por la mayoría de nosotros, los venezolanos opositores que por algo hemos delegado la defensa de nuestros intereses electorales, en un grupo de desinteresados voluntarios. Pero que sean precisamente éstos voluntarios, nuestros representantes electorales, quienes no sólo sean incapaces de notar tan oneroso y efectivo ardid, sino que además lo avalen de la manera más amplia, me resulta inverosímil. No es posible que esa ÉLITE ELECTORERA nos invite, de la manera más cordial y por todos los medios de comunicación, a que los opositores participemos TAMBIÉN en este operativo de actualización de huellas. No olvidemos que abrir y modificar el Registro Electoral, en este momento, es extemporáneo e ilegal.

No puedo terminar esta nota sin pedir, una vez más que reaccionemos. Que rechacemos la aparente ineptitud de los autoproclamados Técnicos electorales de la MUD, que revisemos sus antecedentes políticos, ideológicos, académicos y penales, para poder decidir de forma soberana y lograr organizar una respuesta social proporcionada, en consecuencia.   Ludwig Moreno


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