Iván Gutiérrez.-
No
deja de conmover, por la mezquindad y frivolidad implícita, la noticia que dio
cuenta que el valor de los bonos venezolanos habían subido de precio al
conocerse que el presidente Chávez no asistiría a la reunión del MERCOSUR.
Luego, al aparecer de nuevo en el país el presidente, se informa que el precio
de aquellos papeles retrocedió.
Las
señales que envían los mercados son inequívocas. Están convencidos que la
muerte de Chávez abriría el camino para que se produzca la restauración de un
sistema político en el cual ellos pondrían las condiciones. También está
implícito en este mensaje que la sola posibilidad de una próxima desaparición
del Presidente desataría una serie de movimientos que quizás no estén
orientados a tomar el curso que marca la Constitución.
El
Presidente ha anunciado al país que ha aparecido una nueva lesión maligna que
lo obligará a realizarse una intervención quirúrgica. Asunto delicado dado el
tipo de dolencia que padece.
¿En
qué situación estamos frente a este nuevo evento? En primer lugar, no se puede
obviar que Chávez acaba de obtener un triunfo resonante el pasado octubre, aun
y cuando se encontraba menoscabado en su salud y pese a presentar su gobierno
deficiencias inocultables. Aun así, su triunfo electoral fue inobjetable.
La
oposición, a pesar de haber alcanzado un porcentaje muy importante de votos,
inmediatamente se desgajó. Su abanderado decidió asumir el rol de líder de una
región, presentándose como candidato a gobernador. Muchos datos indican que
pudiera salir derrotado de nuevo. Esto asestaría un duro golpe a la oposición
que perdería al líder en el cual han invertido mucho esfuerzo, al punto de
haber figurado con alto puntaje en el evento electoral realizado. Muchos
opinan, nosotros entre ellos, que aun ganando la gobernación de Miranda habría
perdido la oportunidad de crecer como líder nacional. Demostración palpable de
no estar preparado para jugar aquel papel.
No
solo eso, ese sector aun no termina de armar una fuerza política homogénea,
capaz de asumir las riendas del país y de garantizar la paz social. Tampoco
presentan un proyecto que pueda ser proyectado como programa aglutinador. Su
planteamiento continuará ideológicamente dominado por las mismas tesis que
aceleraron la caída del Pacto de Punto Fijo; razón por la cual no encuentran
audiencia entre las mayorías del país.
Los
mercados probablemente contengan sectores capaces de fomentar o
propiciar cualquier aventura. Estos años han demostrado que en materia política
no cuentan con las herramientas para presentar un proyecto viable. Los ejemplos
sobran en este sentido.
Luego,
los venezolanos vamos a tener que ver con mucho cuidado cual es el rumbo que se
va a tomar. La Constitución indica unas vías en caso de que el Presidente no
esté en condiciones de continuar al frente del gobierno. En tanto esto no
ocurra el vicepresidente asumirá las responsabilidades de la Jefatura de
Gobierno. Otra cosa distinta sería si se produjera una falta absoluta, en cuyo
caso la Constitución también contempla un camino.
Puede
ocurrir, sin embargo, que sectores enemigos del gobierno que aun cuentan con
muchas maneras de provocar aceleración de crisis, coloquen al país al borde de
una conflagración en su desesperación por ponerle manos al poder. Para ello
pudieran contar con sectores de la clase media que están tan desesperados como
aquellos, pero que igualmente carecen de una proposición razonable capaz de
alcanzar el apoyo del sector mayoritario que ha votado a Chávez.
Hay
que agregar que el próximo 16 de diciembre el mapa electoral del país puede
amanecer teñido de rojo en un altísimo porcentaje, lo que ratificaría lo
alcanzado el 7 de octubre. Con una adición: no solo han votado a un líder, sino
a un modelo; a una nueva legitimidad, lo cual otorga otras cualidades a la
opinión emitida.
Si
esto ocurriera, como es muy probable que sea, el chavismo dejaría de ser una
manera de identificarse en un ambiente polarizado, para solidificarse como
forma de expresión de los humildes. Tal y como ocurriera con el Peronismo, el
Allendismo, el Gaitanismo, y el Zapatismo, por colocar algunos ejemplos.
Esto
coloca al chavismo como la fuerza política fundamental en la construcción de la
nueva legitimidad que se iniciara a partir del 98 y cuya vía ha sido
la democrática.
Por
supuesto, el chavismo no es una fuerza monolítica, como tampoco es la
oposición. Dentro de él se mueven diversas visiones, pero sería un error
apostar que, en ausencia del líder, se rompería en mil pedazos. Lo que se ve es
que se están produciendo acuerdos entre sus diversas corrientes, conscientes de
que una división los llevaría directo al infierno.
La
política para todos cobra una dimensión distinta ante este problema de salud
del presidente. Desde el chavismo se estará obligado a ensayar nuevas tácticas,
pues no es posible imponer a troche y moche una nueva legitimidad en un
ambiente democrático. Por ahora es necesario generar iniciativas que le resten
fuerzas a la aventura; que consoliden las vías propuestas en la Constitución y
que apostemos por tener un país; una patria.
Totalmente en desacuerdo con la afirmación del autor: "En primer lugar, no se puede obviar que Chávez acaba de obtener un triunfo resonante el pasado octubre, aun y cuando se encontraba menoscabado en su salud y pese a presentar su gobierno deficiencias inocultables. Aun así, su triunfo electoral fue inobjetable." El triunfo fue un fraude más en la lista del delincuente de miraflores !
ResponderEliminarEs evidente que el autor de este artículo convalida el modelo fraudulento que ha instaurado el Régimen Militar, que se viste de popular pero que encierra lo peor del militarismo entreguista, con el agravante de manejar además, el tráfico de drogas, gasolina, minerales, y relaciones con países que se han convertido en especies de sanguijuelas de nuestra querida Venezuela.
ResponderEliminarEl como muchos otros, se aprovechan de que el liderazgo de la oposición evidentemente participa en este carnaval financiado por el petróleo.
Lamentable el momento histórico que vive Venezuela.